Por qué los humanos tomamos decisiones ilógicas: El caso de Linda y la heurística de representatividad

por

en

La ciencia de la toma de decisiones humanas revela algo fascinante: aunque creemos actuar de forma lógica y racional, en realidad muchas de nuestras elecciones son todo lo contrario. Un ejemplo clásico que lo demuestra es el caso de Linda, utilizado en estudios de psicología cognitiva por los investigadores Amos Tversky y Daniel Kahneman.

La historia de Linda

Imagina que conoces a Linda. Se te dice que:

  • Linda estudió Filosofía.
  • Durante su época universitaria fue muy activa en causas sociales, como movimientos feministas y luchas contra la desigualdad.

Luego, te preguntan: ¿Cuál de las siguientes opciones es más probable?

  1. Linda trabaja en un banco.
  2. Linda trabaja en un banco y es activista feminista.

La mayoría de las personas elige la segunda opción, ¡aunque es menos probable! Desde un punto de vista matemático, la probabilidad de que dos condiciones se cumplan juntas (trabajar en un banco y ser activista) siempre es menor que la probabilidad de que solo una de ellas ocurra.

¿Por qué pensamos así?

Nuestra mente utiliza atajos llamados heurísticas para tomar decisiones rápidas. En este caso, la heurística de representatividad hace que juzguemos la probabilidad de un evento según qué tanto encaja con un estereotipo o una historia que “tiene sentido” para nosotros. Como Linda suena como alguien que sería activista, ¡elegimos esa opción, incluso si los números dicen otra cosa!

El ser humano busca sentido, no estadística.

Esta tendencia no solo aparece en experimentos de laboratorio: influye en elecciones cotidianas, inversiones, contrataciones, juicios sobre otras personas y muchas decisiones más. Preferimos lo que “encaja” en nuestras narrativas internas antes que lo que es más probable de forma fría y analítica.

Reflexión final

La historia de Linda nos enseña que entender cómo realmente funciona nuestra mente puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestros sesgos. Al reconocerlos, podemos mejorar la calidad de nuestras decisiones, tanto en lo personal como en lo profesional.

A veces, pensar como una máquina de probabilidades no es natural para los humanos. Pero saberlo ya es el primer paso para decidir mejor.